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Zapelaitza / Ratonero |
Tradicionalmente, entre los montañeros, el primer día del año suele celebrarse acudiendo a algún monte, no se si es para saludar al año nuevo desde allí arriba, o para comenzarlo haciendo lo que a uno mas le gusta. Como a mi me gustan las dos cosas, y otros años ya había subido a alguna cima el primero de enero, este año tocaba hacer fotos.
Acudir al monte con la cámara de fotos es algo que mucha gente suele hacerlo habitualmente. Yo lo llevo practicando desde hace mas de treinta años. Y en todo este tiempo te das cuenta de que si quieres mejorar como montañero, a lo sumo llévate una cámara pequeñita. Pero si lo que pretendes es mejorar como fotógrafo de naturaleza, entonces hay que centrarse en la luz, los motivos y el equipo fotográfico; las cimas para otra ocasión. Si deseaba una imagen (decente) de un ratonero, difícilmente la iba a lograr en uno de mis paseos por el campo. Habría que dedicarle mucho tiempo a la rapaz.
Así que el añonuevo tendría que pasarlo en el hide, pues no en vano durante la semana había estado atrayendo al pajarraco con diferentes cebos.
Uno de enero. A eso de las ocho de la mañana llego al aparcamiento del terreno. Cojo los trastos y me dirijo al hide. Dejo en su interior la mochila con el trípode, y luego esparzo algo de comida frente a él, a unos veinte metros aproximadamente. Regreso al coche, y lo retiro a otro aparcamiento, fuera de la vista del ratonero. Y vuelvo esta vez andando hasta el hide.
A lo largo de la mañana tan solo bajó una vez, y fuera del ángulo de visión de mi cámara. Mas los pajarillos no faltaron a la cita e hicieron las horas bastante entretenidas. Pero a eso de las dos de la tarde, cuando estaba pensando en retirarme para casa, de repente apareció él. Flanqueado por dos cornejas, como si de sus guardaespaldas se tratasen. Observó desde el suelo su comida, y luego se subió al viejo árbol truncado que había a su lado. Suerte que el objetivo tenía en ese momento apuntando en la dirección adecuada. Pude hacerle unas seis tomas. Posteriormente se alejó a otro posadero mas lejano, y desde allí se marchó hacia el bosque. Aproveché para recoger trastos, y salir lo mas sigilosamente posible. Está visto que si se quieren resultados con las aves, la paciencia es una virtud nada desdeñable.
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Belebeltza / Corneja |